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viernes, 6 de mayo de 2011

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Éter

Estás hecho
de la más sutil de las materias,
de la más delicada de las esencias.


Cuando te toco
tu exterior se contrae expectante,
tu interior se expande anhelante.

Me gustaría
dejarte un regalo en herencia,
sé que reboso inconsciencia.

Un suspiro
me impide seguir adelante,
y yo no tengo bastante.

sábado, 6 de noviembre de 2010

Contranatura

   Anochece ya, siempre me ha gustado observar cómo se tiñen de oscuro los objetos a mi alrededor según va desapareciendo la luz del astro rey. Aún me queda trabajo por realizar, habiendo cavado sólo dos terceras partes de lo necesario; pero lo hago con gusto y el olor de la tierra húmeda inunda mis sentidos mientras me dejo empapar por la lluvia, fina pero insistente, que me acompaña en esta velada.

- ¿Amor?
- Mmmm… ¿sí?
- Sabes que te quiero mucho, ¿verdad?
- … claro.


   Ahora que el tamaño es el adecuado, he de trasladar el bulto al agujero. Es curioso que me resulte liviana la carga a pesar de saber que antaño me hubiera resultado casi imposible de mover. El cerebro es poderoso, no cabe duda. Chapoteo en el fondo hasta depositarla con cuidado. El sonido del plástico se me queda grabado en la memoria. Siempre he tenido buena memoria. Es mi don y mi martirio… ave solitaria ¿por qué no seguiste con tu filosofía vital? Carga ahora con las consecuencias.

- ¿Amor?
- Dime.
- Siempre estaremos juntos, ¿verdad?. Me refiero a que no me abandonarás, a que nuestro amor es uno de ésos, de los que son eternos.
- ¡Qué cosas preguntas! Ya sabes que sí. A veces, pienso que lo dices sólo para oírlo de mis labios.


   No sé por qué motivo, pero debo rellenarlo con cuidado, con infinito esmero. El barro en el que se ha convertido el montón de tierra que extraje del hoyo no me lo pone fácil, pero, aún así, lo consigo. Aplano con tranquilidad la superficie y la igualo con el resto del terreno circundante. No hay hierba que lo cubra, pero crecerá. Quizá hasta aparezcan, con el tiempo, algunas flores. Ojalá sean amarillas, sería lo apropiado.

- Sabes que te adoro, amor. Sabes que eres mi vida, la razón por la que respiro. Sin ti a mi lado no sé que haría… creo que… no sé… no sé que haría.
- Anda, no digas eso. Después de todo este tiempo ya deberías tener claro que eso es… algo mutuo.
- Ay, no sé, amor. A veces eres tan distante… yo siempre te digo lo mucho que te quiero y tú, sin embargo, sólo…
- ¿Sólo qué?
- No sé, sólo… estás ahí.
- Y eso ¿no te basta? Ya sabes que soy de pocas palabras.
- Sí, sí, lo sé, amor, lo sé. Pero es que necesito tanto que me lo digas, que me abraces, que me cuentes… no sé… no sé expresarlo.


   Me alejo despacito, completamente empapado. Y no me importa lo más mínimo. Cuando uno está muerto por dentro el exterior carece de significado. Los regueros que deja la llovizna brillan plateados a la luz de la luna menguante que ha decidido alumbrarme en esta noche. Ahora que no siento el olor de la tierra puedo apreciar el fresco aroma que permanece cuando las gotas limpian la atmósfera al caer. Pero cuando uno está roto por dentro lo de fuera no tiene importancia.

- ¿Estás loco? ¿Qué haces, amor? ¿Amor?
- No digas nada, tantas mentiras juntas van a conseguir que te atragantes… “amor”.
- No, no, no, no… ayyyyyyyyyyyyyyyy, no…


   Ave solitaria, ave rapaz ¿Por qué sucumbiste a sus engaños? ¿Por qué creíste que podría haber un alma que se fundiera con la tuya para formar algo mejor?